defensa de clara
arrójala. déjala. apártala.
sácala del camino, destrúyela, hazla a un lado. todo ese pensamiento, profunda
noche que has venido atravesando con los pies soportando malezas, con los ojos
puestos en la luna. esa peregrinación en nombre del pensamiento en la que has
puesto todo, este tu esfuerzo, todo ese
empeño. no te pertenecen. todo tu trabajo. no es más que material. no eres
tampoco su producto, así lo verán, si sigues, los otros. tu nombre se
convertirá en su imagen, tu imagen será su corolario. bonita obra mi juan! el
corazón de los hombres aplaudirá al cerrar las páginas, aún sin
entenderte. pero tu cuerpo, este que me
traes en tímida ofrenda, ése se irá sin ella. y su cuerpo de papel, despiadado,
indiferente no podrá ni recordarte. tampoco ella te habrá conocido.
si vas a amarte, conmigo, déjala,
arrója, destrúyela. esa palabra no es más que material. deja que nuestros cuerpos sean los que
hablen. la tierra, el sol, el desierto podrán vernos. la humanidad no sirve de
testigo, todo su cuerpo se irá también cuando nosotros.
no pienso prometerte nada a cambio. ni esta literatura viviente que nos
sucede. esa aliméntala si quieres, extiéndela si puedes, o también déjala, apártala,
destrúyela. yo haré lo mismo por mí, el desierto será mi testigo. los hombres
morirán tras generaciones sin entender nuestro sacrificio. por favot, traiciona
a esos adoradores del pensamiento que pretenden graduarse de nuestro alimento
diario. no lo permitas. hoy no lo permitas por generaciones. se verán a sí
mismos en tus papeles. dirán una cosa por otra, y lo único que podrán hacer es
explicarte. jamás entenderte. pues
piensan sólo con la mente, perfectamente con la mente.
lo harán con justeza crítica y
perfección académica, son grandes tentaciones, incluso para ti. imagínate. esa
mano poderosa con la que escribes luego de tiempo te hará un hombre con una
mano prodigiosa. tus dedos desarrollarán el cuerpo de tu pensamiento al
instante. tu pensamiento se extenderá en una campanada tras las naciones
alimentando a muchos hombres. y tu llevarás en la vida esa monstruosa carga que
sólo te servirá para escribir. cuando necesite de tus manos prontas al trabajo
tendrás una sola ya inútil, escribiente. pronto crecerá tanto que tapará todo
tu cuerpo y no podré vernos de nuevo a esos ojos salvajes que hoy son mi
alimento.
yo te necesito danzante, intrépido, sin
cerrazones. seremos inmutables, sólo el cactus que mira el sol entenderá
nuestro deseo. extiéndelo, prolóngalo, sosténlo, hasta el día en que me mueras
y ya no podremos vernos ni a los ojos.
mientras tanto aleja todo
pensamiento. incluso esos los mejores que tú tienes, gran pensador del
desierto, hoy tu palabra en llamas alimenta el llano. déjala también ir a esa,
traicionera, y serás más grande para ti
y ya no para los otros.
dirán una cosa por otra y yo me
ganaré mi propia hoguera por prenderte aquí conmigo en esta nuestra literatura
sin rastros. y después, si quieres,
también arrójanos, enciéndenos, destrúyenos.