una silenciosa fábrica de lenguajes desalojada
los cuerpos que se lleva deambulan por las calles
suena a sombras a la vista
en pantallas que cavan fosos entre su cuerpo y el afuera
para tirar adentro el cuerpo de otro.
entre muros de diez pisos se levantan
nuestros campos de concentración
el hombre-reducido duerme tirado en sus pasillos
la ciudad tactilizada no los toca
la boca del men-digo mandibulea electrónicamente
ben
mal
ven,
-pide-
la mano fugitiva deposita un solo círculo brillante en la mano permanente
como ícaro calcinado que se cae del nido
la caridad carece de cajeros automáticos
se h oro riza
cuando el cuerpo del biendigo aspira intempestivas a sí mismo con su ex moneda
la clase media se mea encima
madre castradora se escandaliza y gime
"vicios yo no pago"
los hago, con el hedor de sus frentes
el cuerpo del tan-digo -pesándose-
no vale para sí
ni lo que paga por destruirse
no vale el alimento
al otro lado del hombre la mano sostiene una antena espejada
clavada directo en el culo de los otros
nosotros todos
los accedidos
sonríe
pisa un cuerpo sin notarlo
sin darse
cuentas
vuelta
el pie intenta entender que existe
a pesar de no salir en las pantallas
el tan gran pie se disfraza de addidas para patear el culo táctil de los otros - todos- vos
las pantallas lloriquean por su seguridad
(si te sentís pantalla este es tu momento del escándalo
podés gritar tirarte al piso
cortar la calle,
ese invisible colchón ajeno que te resulta inseguro.
hasta podés gritar en tu muro
a diferencia del de los muertos,
en tu pared podés decir estupideces
privilegio envidiable que escasea en los cementerios)
de manera autónoma
no importa lo que digas, si -no sale de la pantalla
de manera inversa
no importa lo que digas si no sale -en la pantalla
genio de la lámpara social
podés apantallarte cuanto quieras
libre
como el pez que muere
depositando sus palabras
en cuantas corrientes
pueda
pero habemos más pies que pantallas
y los pies hacemos
nuestras propias guerras
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