miércoles, 10 de noviembre de 2010

Para los indecisos...

“cualquier indeterminación implica la apertura de un abanico de sentido
que se presenta como la opcionalidad cuantificada de posibles determinaciones”.

lo que luego de un análisis posterior puede llegar a ser considerado,
por un evaluador riguroso,  como una falencia en la plenitud de
sentido de un discurso, entiéndase indeterminación tal que roce lo
inexplicable, (lo no asequible, lo inapropiable porque no posee características propias) ,  puede ser (o es muy probable que sea) un sistema de desgarramiento de la atribución de sentido tal que el receptor,
consciente o no, permita la apertura de este abanico en una
multiplicidad impredecible a la primer indeterminación.

sin embargo, cuando menos se enuncian los razonamientos suelen tener un trasfondo lógico más profundo.. lo más asombroso es la funcionalidad ulterior de todo enunciado...
funcionalidad  servil de un contexto que lejos de ser producto de un
entorno objetivo, es absolutamente dependiente de lo que sería un
entorno subjetivo. un complejo de sensaciones co-determinadas por-con dicho entorno objetivo...

cualquier abanico en calidad de experimentable es siempre un abanico
de determinaciones (posibles).que parten de la creencia de una indeterminación
 por lo cual, la existencia de una determinación concretada
no implicaría nada más que la clausura de tal abanico.
la imagen del abanico que aparece como una multiplicidad, es siempre
una multiplicidad de posibilidades, una proyección imaginaria
De discursivizarse (o algún otro tipo de experiencia) alguna posibilidad, el abanico desaparecería como multiplicidad para concretarse en una determinación. Se cerraría. Podemos pensar que la calidad proyectiva del abanico implicaría sólo un desplazamiento de las proyecciones desde un nuevo punto inicial (la apertura de la indeterminación en la determinación anteriormente clausurada)  hacia nuevas posibles determinaciones. Esto sin duda es factible en la medida en que no confundimos el abanico con la experiencia misma.

lo trágico de las concreciones ya sean discursivas, ya sean
experienciales (dónde radica la diferencia?), recae en la
imposibilidad de las determinaciones de escapar a la unicidad.
las determinaciones son siempre únicas, en la experiencia
más aún que en la experiencia discursiva.
experimentar una determinación implica negar el resto de las determinaciones. pero la simultaneidad de las determinaciones, es decir, el abanico, puede existir sólo como proyección, como determinaciones imaginarias, en la medida que el
entorno subjetivo responde siempre a un (punto) único que atribuye sentido, a
un único complejo subjetivo... la experiencia es individual y única...
en la indeterminación inicial del abanico se infiltra la determinación de la experiencia de dicho complejo subjetivo. La indeterminación que posibilita el abanico está parcialmente determinada.
transitar un abanico es en realidad moverse a través de una línea
recta mientras imaginamos un entrecruzamiento de caminos
alternativos.
un camino que nace de una misma subjetividad, es siempre un único
camino, es igual a sí mismo, el entrecruzamiento de posibilidades es
la proyección distorsionada del camino que aparece como origen, la
idea de una indeterminación borra el paralelismo de cualquier otro
camino posible haciéndolo aparecer como diferente a sí mismo, como
ajeno a ese origen...
la lógica del abanico no puede escapar al origen y por lo tanto la
apertura de tal está determinado por éste,
su razón de ser (la posibilidad) hace que éste sistema no sea
experimentable, sino que se presente siempre como una proyección, bien
teórica, bien imaginaria de una entidad originaria.
 el abanico clausura entonces la posibilidad experiencial de lo que crea simultáneamente como imaginario.
Es una apertura imposible de lo posible, dónde lo único que escapa a las determinaciones es el movimiento imaginario del abanico, la creación de determinaciones como origen de lo posible.

un discurso sin embargo, no es cuantificable.la extensión no amplia ni
mejora la funcionalidad del mismo
algo que escapa a lo cuantificable no puede agotarse en
ning.una función. un discurso no sólo abarca lo dicho y el resto, un
discurso no puede abarcar... es siempre un movimiento de posibilidad.
movimiento de posibilidad gracias a (no, a causa de, ni producto de)
la calidad del lenguaje de no poder abordar la experiencia, a la vez
que único posibilitador de la experiencia... no sólo lo dicho... y lo
no dicho... quizás la posibilidad de decir sea lo único que permita la
experiencia. el lenguaje sin embargo, sólo es experimentable  en forma de discursos, de determinaciones...
el lenguaje queda reducido entonces a posibilidad.
la única posibilidad que siendo discursiva es anterior a cualquier discurso ( o vivencia) que aparece como determinación.
la codeterminación del lenguaje y la experiencia, la inabordabilidad
de la experiencia por parte del lenguaje, y la determinación del
discurso hacen ineficaz cualquier intento de funcionalidad del
lenguaje.

Sólo en el discurso el abanico se abre, no como posibilidades, sino como un movimiento proyectivo constante, como el intento de crear la determinación, pero el origen del abanico discursivo parece escindirse. No hay experiencia determinada que asume una indeterminación inicial y proyecta determinaciones posibles, sino una  experiencia indeterminada que intenta en un movimiento proyectivo constante crear una determinación. El abanico se invierte y se vuelve inyectivo.

Y elegir, en este movimiento... es un verbo imposible...
 un verbo imaginario.