viernes, 1 de octubre de 2010

en Bicicleta

M Fernández al mil. 34°39'Latitud sur,58°23 longitud oeste. a 11 cuadras del nacimiento de la calle si es que nace por parto normal y no sufre alteraciones de la edad en la numeración. el extremo oeste del barrio de temperley. un espacio común para el estándar del conurbano, casas bajas sin pintura, mucho pasto, algunos árboles, bastante tierra, mate en la vereda y autos a 10 km por hora.Transportes "el milagro". Ocurrió una tarde, una hora antes de la hora en que ese día se puso el sol. acordemos aquí entre nosotros dos, las seis y cuarto de la tarde, dieciocho y dieciséis dirían los relojes modernos, los más exactos, por ende los más mentirosos, y tres segundos. ese día el sol no había salido, no en temperley, que estuvo cubierto de nubes casi toda la tarde. no es que nos hayamos levantado con una neblina espesa de esas que no dejan a uno distinguir el humito que se forma con el aire frío al respirar las mañanas de invierno en las que no debería estar permitido salir del horizonte del acolchado hasta las nueve de la mañana y ocasionalmente las diez, del aire común, de modo que nos damos cuenta que el aire común está lleno de eso que llaman neblina, visibilidad 10 km. no es que mi capacidad creativa se reduzca a 10 km, pero evidentemente ser realistas en nuestra ficcionalidad diaria implica tener algunas nociones básicas de kilometrajes, eso y que el informe metereológico evidentemente no está hecho para peatones porque sería mucho más fácil decir visibilidad: una cuadra o casa del vecino, y los dos meteorólogos egresados anualmente en el país no tendrían que pasar seis años de su vida aprendiendo a manejar maquinaria para la precisión.Pero visto y considerando que la felicidad obsesiva de dos personas al año valen más que la complicación burocrática de replantear las ciudades hechas para conductores y crear una ciudad peatonal, de esas que inclurían carteles diciendo "velocidad máxima una cuadra cada 40 segundos" y "prohibido circular en bicicleta por la vereda". carteles que podrían incluir epígrafes extensos ya que el peatón dispone de bastante más atención que los conductores, los verdaderos destinatarios de todo cartel actual. Epígrafes que podrían contar cuentos o noticias de esas que parecen telegramas digitales que ofrecen subtes y algunos colectivos cuando recuerdan que dentro del espacio de los conductores a veces hay peatones viajando. Pero a la hora del atardecer el sol se dejó ver entre las nubes y un rato antes la resolana me había traído los anteojos de sol a las sien. 
Ahí, delante de los anteojos, arriba de la bici, cruzando la esquina oeste de m fernandez al mil ocurrió lo inesperado, aunque lo inesperado suele ser todo. en un principio tuve que acomodar mis esperanzas semiológicas para poder creer lo que se presentaba ante mis anteojos espejados, saber si realmente coincidía con lo que estaba viendo, por lo que en un movimiento parcialmente inconsciente bajé la pera hasta el pecho y posé la mirada por encima del marco anteojado.
Efectivamente era cierto, plantado en la segunda esquina izquierda, si uno va caminando de frente al este, y si fuera en la dirección opuesta, en la primer esquina de la derecha. Ahí estaba, imponente, eterno, cortando en mil la mediocridad del cielo, riéndose de la simpleza del cemento, del hastío de los vecinos, riendose de mí.

allí, perdido en un barrio común del conurbano, el pino más perfecto del mundo.no lo quise creer.sobre ruedas. no lo creí.

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