viernes, 18 de noviembre de 2011

Ensayo sobre la espera o sus disculpas


La espera no consiste en el tiempo. Más consistiría en su vaciamiento, en un movimiento de objetivización del tiempo pasado y su proyección potencial en un futuro, como todo futuro, imaginado. La diferencia se da en el carácter de esa imaginación. La espera abre una duda al tiempo, o abre el tiempo a una duda, que parece un cuánto pero no pertenece a lo cuantificable, proyectar ese pasado consumido a un futuro ansiado implicaría intentar medir un infinito cualquiera con números. La espera en impensable en términos temporales, por lo tanto, toda espera tiene carácter de eternidad. Es un futuro inimaginado.

 El tiempo de la espera es el tiempo de una obsesión y por lo tanto, un tiempo obsesionante que no tiene actualidad en el tiempo real. ¿Es un tiempo otro? Más bien es una transacción de tiempo, una apuesta temporal a que el evento esperado suceda.  Apuesta riesgosa si la hay, ya que nada ni  en la decisión de esperar, ni  en los acuerdos previos al suceso puede efectivamente asegurar que lo esperado se convierta en sucedido.  La espera es un acto de fe que afirma una ausencia cuando quiere negarla. Es un abismo que enfrenta la cara más soberbia de la inseguridad  con la más humilde de la duda, las enfrenta a duelo y las pone a prueba, dentro de la misma persona, dinamitando su seguridad y construyendo nuevas firmezas a cada instante. El tiempo sin duda se suspende en este acto.

¿Quién espera en la espera? ¿A quién, a qué se espera? ¿Está lo esperado esperando al esperador?
No hay excusa que supla esa espera. Yo sé que no hay forma de disculparse, ni quiero.Sería casi una falta de respeto a ese tiempo esperante. El tiempo de la espera no está hecho de la misma dimensión que el tiempo otro de la excusa. Probablemente haya algo de agon en ambos. Probablemente agon fingido, y disculpas también fingidas.  No te disculpes cuando llegues, esta espera fue dulce, fue fe.


Cuando un sujeto x espera
O cree estar esperando
O quiere estar esperando
A un sujeto y
O lo que cree de y
O lo que quiere de y
En el blanco de una plaza,
mirando el reloj,
o las nubes,
 pensando en un pedazo de algodón,
o de cielo
o de crema
o de trigo
o de almíbar
o de nueces
o de mora...

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